Héctor Paricio. Socio de Carrau Corporación y secretario de AVAESEN
Enero de 2020 nos parece un tiempo lejano en la memoria. Un planeta más verde, ecológico, la lucha contra el cambio climático, unos espacios menos contaminados, ciudades más limpias y sostenibles… Estos desafíos eran de los más importantes que afrontaba el mundo y nuestra sociedad a nivel global tras la cumbre del clima. Un debate que ocupaba gran parte de la conversación política y de los medios de comunicación, con muchos vínculos con la economía.
El COVID ha paralizado todo durante estos meses pero ya es hora de activarnos con toda la energía de la que seamos capaces. El necesario confinamiento que hemos vivido nos debe servir para saber que hay que volver con fuerzas redobladas, con un firme espíritu de superar la situación y, por supuesto, con el firme propósito de retomar la “agenda verde” allá donde quedase. Hemos reforzado nuestra convicción de desear un mundo más saludable, más solidario, más ecológico, más humano.
En este nuevo mundo que ansiamos ya no hay debate, o no debería haberlo, sobre la apuesta decidida por un “planeta verde” donde las energías renovables sustituyan a las fósiles. Costará más o menos tiempo, esfuerzos, pasos adelante y atrás, con la oposición de grupos de interés como la OPEP y otros colectivos interesados, pero no hay vuelta atrás. Esta convicción se constata al comprobar que grupos petroleros se están posicionando en energías renovables o que las grandes compañías eléctricas, que cierran las centrales térmicas, venden su sello “verde” y promocionan sus propias instalaciones de autoconsumo. Por supuesto habrá un periodo de transición y un mix energético, pero no hay vuelta atrás.
Por eso, en este momento actual de retorno, todos los sectores involucrados en el desarrollo de las Energías Renovables (EERR) deben dar un paso al frente y ponerse al frente de la reactivación económica que todos esperamos, siendo referente. En 2019 España fue líder europeo en instalación de energía fotovoltaica y hubo un buen número de instalaciones de autoconsumo.
El autoconsumo se va a resentir al principio: la industria, el sector terciario y los particulares van a centrar sus esfuerzos económicos en otras prioridades, pero será temporal. Lo que no se paraliza son las instalaciones fotovoltaicas en suelo ni las eólicas, que siguen megawatio a megawatio su trayectoria ascendente.
Tenemos en España las mejores capacidades técnicas y humanas y un desarrollo industrial importante, con más de 300.000 puestos de trabajo en este sector: industria de aerogeneradores, inversores, seguidores y un know how espectacular. Somos “cabeza de león” en EERR.
Una última nota para las administraciones, responsables en muchos casos de crear un cuello de botella en la tramitación de los expedientes: ¿cómo es posible que una planta fotovoltaica de 50 MW cueste montarla meses y, sin embargo, se tarde cuatro o cinco años en conseguir todas las licencias, permisos y autorizaciones para ello? Control y rigor sí; burocracia y trabas a las EERR, no.
Una llamada, una vez más, a nuestra Administración, la valenciana, única comunidad autónoma donde se exige la denominada Declaración de Interés Comunitario para determinadas instalaciones, cuyo plazo medio en obtenerla es de un año. Algo que resulta incomprensible.
Si todos los profesionales del sector sanitario y otros muchos, han hecho y siguen haciendo un esfuerzo increíble, el resto de empresarios, funcionarios, administración, profesionales y trabajadores debemos dar a ese mismo nivel, y el sector de las EERR va estar ahí, en primera línea.